lunes, 10 de mayo de 2010
Juan Calvino: La revelacion de la Gracia Soberana
Juan Calvino
Reformador francés. Nació el 10 de julio de 1509 en Noyon, Picardía, a 92 kilómetros al
NE de París, en el hogar de Gerard Cauvin (Calvinus era la forma latinizada de su
apellido) y de Jeannela France de Cambrai. Juan fue el segundo de cinco hijos varones.
Su padre, notario público, estuvo empleado primeramente al servicio del obispo de
Noyon. Como resultado mientras Juan era todavía muy joven obtuvo dos beneficios
eclesiásticos. El joven Juan se volvió amigo de los hijos de un miembro de la clase media
local, Joaquín de Hangest, noble de Montmor, quien sugirió cuando sus propios hijos
iban a París que Juan viajara con ellos para una mayor educación. Gerard estuvo de
acuerdo. Después de pasar unos pocos meses en el College de la Manche, Juan se
inscribió en el College de Montaigu. Sin embargo, cuando Gerard entró en conflicto con
el obispo de Noyon, decidió que su hijo abandonara todo pensamiento de ingresar en el
sacerdocio. Por consiguiente, le ordenó estudiar derecho en Orleans donde Pierre de l'
Estoile estaba enseñando. Mientras se encontraba allí Juan también tomó lecciones de
Andrea Alciati, jurista humanista en Bourges. Cuando murió su padre, en 1531, regresó a
París para continuar sus estudios literarios, aunque por cierto período volvió a Orleans
completando así su curso en leyes.
Poco es lo que sabemos acerca de la conversión de Calvino. Sin embargo, tenemos
información de sus frecuentes contactos con hombres de tendencia protestante mientras
estudiaba. En el College de Montaigu puede haberse topado con John Major, el
conciliarista escocés, y en Orleans y en Bourges ciertamente sabemos que estudió griego
bajo Melchior Wolmar, humanista de fuertes inclinaciones protestante. Varios de sus
amigos en Orleans y su primo Francis Olivetan, caminaba también en esta dirección.
Puede haber sido como resultado de estas influencias, junto con el asistir secretamente en
París a reuniones protestantes, por lo que Calvino pese a su "obstinado apego a las
supersticiones papistas", se hiciera protestante. Como joven de extraordinaria habilidad y
también como excelente estudioso, pronto se convirtió en uno de los dirigentes del
protestantismo de París.
En abril de 1532, como era característico de los jóvenes eruditos humanistas de su época,
publicó su primer libro. Se trataba de un comentario sobre De Clementia, de Séneca.
Poco después se vio envuelto en el movimiento de la Reforma y esto lo llevó a
concentrarse en los estudios bíblicos. Cuando su amigo Nicolás Cop fue elegido rector de
la Universidad de París, Calvino lo ayudó a preparar su discurso rectoral presentado el 1
de nov. de 1553. Este discurso era un ataque a la iglesia y una exigencia de reforma,
siguiendo los lineamientos propuestos por Lutero. La reacción fue el estallido de un
sentimiento antiprotestante que hizo que tanto Cop como Calvino abandonaran París,
Aunque Calvino posteriormente regresó por breve tiempo, su reputación como uno de los
reformadores pronto lo obligó a huir otra vez. Durante los siguientes tres años estuvo
viajando por Francia, Suiza e Italia. Durante este período renunció en Noyon a los
beneficios eclesiásticos que tenía.
Pese a estar viajando constantemente para evitar arrestos o persecución, Calvino había
comenzado a escribir en pro de la fe protestante. En 1534 publicó su primera obra
religiosa, Psychopannychia, un ataque a la doctrina del sueño del alma después de la
muerte. Poco más tarde la traducción francesa de la Biblia por Olivetan apareció con el
prefacio de Calvino. lo más importante, sin embargo, fue que en marzo de 1536 publicó
en Basilea un delgado volumen, de siete capítulos, con el título de Christianae Religionis
Insitututio, con una carta de prefacio dirigida a Francisco I de Francia defendiendo a los
protestantes de sus calumniadores. Se trataba de un breve sumario de la fe cristiana. Su
autor era virtualmente desconocido, pero pronto se hizo notorio entre los protestantes
tanto por su habilidad expositiva como por tratarse de una apología abierta de las nuevas
doctrinas.
Pasó después Calvino unos pocos meses sin rumbo fijo. Luego acompañado por su
hermano Antoine y por su media hermana Marie, se dirigió hacia Estrasburgo donde el
protestantismo había sido aceptado oficialmente. Esto proveería la quietud requerida para
su proyectada obra literaria. Debido a la guerra entre Francia y el Imperio, tuvo que hacer
un desvío a través de Suiza, vía Ginebra, donde había pensado quedarse solamente una
noche. La escala fue decisiva pues el predicador protestante Guillermo Farel, que había
iniciado una reforma en la ciudad, supo de la presencia del joven erudito. Inmediatamente
Farel pidió que Calvino se quedara para ayudarlo a completar su obra. Al principio
Calvino se negó, pero cuando Farel afirmó que la maldición divina caería sobre él si no
se quedara, Calvino consintió pero en contra de su propia voluntad. Sin embargo, su
residencia en la ciudad no duró por mucho tiempo. El y Farel trataban de introducir un
cierto grado de disciplina en una sociedad notoria por su libertinaje, actitud que solo
podía suscitarles enemigos. Cuando los dos reformadores rechazaron la demanda
gubernamental de que debían aceptar la liturgia de Berna, sus opositores usaron esto
como excusa para expulsarlos de la ciudad. Farel marchó a Neuchatel, mientras que
Calvino a invitación de Martín Bucero, partió una vez más para Estrasburgo.
Probablemente algunos de los más felices días de Calvino transcurrieron en Estrasburgo.
Aunque constantemente acosado por la pobreza, parece haber gozado allí de la vida que
quería. El acontecimiento personal más importante fue su matrimonio con Idelette de
Bure, viuda de un anabaptista a quien Calvino había convertido a su posición reformada.
Ella le dio un hijo que solo vivió unos días. Poco después de llegar a Estrasburgo,
Calvino se convirtió en pastor de la congregación de refugiados franceses que él organizó
siguiendo los lineamientos que creía ver en el NT. De especial importancia resulta aquí
su redacción de una liturgia y la preparación de un salterio compuesto por su propia
traducción métrica al francés y la de Clement Marot. Simultáneamente estaba ocupado
preparando su comentario sobre Romanos y participando como representante de
Estrasburgo en coloquios con luteranos y con católicos romanos en Worms y en
Ratisbona. Debido a estas actividades se extendió gradualmente su fama de erudito
bíblico y de teólogo.
Hubiera Calvino pasado probablemente en Estrasburgo el resto de su vida a no ser por los
esfuerzos del cardenal Sadoleto para poner a Ginebra nuevamente bajo el control romano.
Después de la partida de Calvino y Farel, nadie había surgido para dar la necesaria
dirección a la iglesia. Como resultado de esto se produjeron confusión y conflictos. En tal
situación los defensores del antiguo régimen creyeron propicio deshacer lo hecho por los
reformadores. Con este fin en marzo de 1539 Jacobo Sadoleto, un bien conocido
humanista, escribió una carta instando a los ginebrinos a que se sometieran al papa.
Puesto que nadie en Ginebra parecía capaz de contestarle, la carta fue enviada a Calvino
quien la refutó con suma eficacia. Aproximadamente en la misma época, un cambio de
gobierno puso el control de la ciudad en manos de amigos de Calvino y éstos le invitaron
a regresar. Aunque no tenía los deseos de hacerlo, una vez más, bajo las exhortaciones de
Farel, consintió, reingresando en la ciudad el 13 de set. de 1541.
Comprendía demasiado bien que Ginebra tenía una antigua reputación europea de
inmoralidad. Esta no sería una comunidad fácil de reformar, sin embargo, Calvino se
dedicó inmediatamente a esta tarea. Una de sus primeras responsabilidades era revisar las
leyes de la ciudad. Al mismo tiempo redactó una forma de gobierno para la iglesia y
revisó su liturgia y salterio de Estrasburgo. Oportunamente (1559) hasta convenció al
pueblo de que debía fundarse una academia (más tarde universidad) para la preparación
de la juventud al servicio de la comunidad. En todo esto tenía el gran propósito de hacer
de Ginebra una "ciudad santa", conforme a la voluntad de Dios. Esto significaba a veces
una estricta y dura disciplina la cual la mayoría, aun los calvinistas, hoy no aprobarían,
pero tuvo la consecuencia de cambiar el carácter de Ginebra y de hacer de ella una
potencia en el mundo del siglo XVI.
Los esfuerzos de Calvino por reformar Ginebra y a los ginebrinos condujeron a los
naturales conflictos internos. No todos los habitantes eran calvinistas y, aun algunos de
aquellos que concordaban con él, a veces creían que sus rigurosas demandas iban
demasiados lejos. De esto ocasionalmente resultaron motines y disturbios encaminados a
eliminarlo de la ciudad. La prueba final llegó cuando Miguel Servet, un español que
estaba condenado a muerte por la Inquisición por negar la doctrina de la Trinidad, entró
en Ginebra aparentemente para causar problemas. Fue reconocido, denunciado por
Calvino y, con la aprobación de otras ciudades protestantes suizas, así como con el visto
bueno de las autoridades católico romanas, fue muerto quemado en la hoguera en 1553.
Aunque durante el siglo XVI miles de protestantes sufrieron esta misma suerte a manos
de sus perseguidores católicos, Calvino ha sido constantemente vilipendiado por esta
ejecución.
No tuvo cargos gubernamentales, ni en realidad fue ciudadano de Ginebra hasta que fue
invitado en 1559. No obstante, Calvino dominaba a toda la comunidad, por persuasión
moral más que por otros medios. No solo desempeñó un importante papel en bosquejar
un gobierno eclesiástico ejerciendo amplios poderes de supervisión sobre los habitantes y
humanizando las leyes, sino que también ejerció gran influencia en otros aspectos. A él se
debe en gran parte el establecimiento universal de un sistema de educación para la
juventud. También participó en la ayuda organizada en beneficio de pobres y ancianos.
Trató de hacer de Ginebra un estado cristiano, tanto en la práctica como en la doctrina.
Era natural que Ginebra por este esfuerzo ganara una amplia reputación, especialmente
en Europa entre los protestantes perseguidos. Situada en la encrucijada de importantes
rutas comerciales entre el Norte e Italia, tenía una posición geográfica estratégica. Y lo
que era todavía más importante, bajo la influencia de Calvino las autoridades de la ciudad
abrieron de par en par las puertas a los refugiados que en gran número acudieron de todas
partes: Francia, Holanda, Inglaterra, Escocia, Alemania, Italia, España, Hungría, Polonia,
en fin, en casi todo país europeo. De Ginebra estas personas frecuentemente regresaron
como misioneros para divulgar el Evangelio como lo habían aprendido allí. De estos
contactos, constantemente mantenidos a través de una voluminosa correspondencia,
Calvino ejerció influencias que rebasaron ampliamente los límites de Ginebra. Se
convirtió en una figura dominante de la Reforma protestante de mediados de siglo.
De igual, quizás de mayor, importancia que sus contactos personales y sus cartas, fueron
sus escritos. Durante su vida escribió comentarios sobre 23 libros del AT, incluyendo
todo el Pentateuco y todos los profetas, y acerca de todo el NT salvo el Apocalipsis. Con
un trasfondo de estudios humanísticos y su conocimiento teológico, estas obras han
ejercido influencia en la iglesia hasta hoy. Además de preparar comentarios, predicaba
constantemente, todos los días en semanas alternadas, y muchos de sus sermones eran
tomados en notas taquigráficas, que pueden haber sido revisados por él, y después
publicados. Las notas de otros sermones permanecieron perdidas hasta el presente siglo,
pero ya están siendo publicadas por primera vez. Junto con estas labores constantemente
producía folletos acerca de los temas que afectaban tanto al pensamiento como a las
acciones protestantes.
El más significativo de todos sus escritos es la Institución de la Religión Cristiana. Fue
publicada originalmente en 1536 como libro de seis capítulos, en carácter de manual
teológico para los protestantes franceses. Fue revisado por Calvino cinco veces,
generalmente traducido al francés de la versión latina original e influyendo así
grandemente al desarrollo del moderno idioma francés. Por el tiempo de la edición
definitiva, aparecida en 1559, ésta había sido tan ampliada y cambiada que ya se trata de
cuatro libros con un total de 79 capítulos. Esta obra se diseminó rápidamente en muchas
traducciones hasta formar, excepto en los países donde predominaba el luteranismo, la
teología sistemática de la Reforma. Esto ha durado hasta el presente según lo indican las
numerosas ediciones eruditas que recientemente han aparecido en inglés, francés,
español, japonés, y otros idiomas.
Idelette Calvino murió en 1549 dejando a su esposo como hombre triste y solitario. Al
parecer nunca pensó en volver a casarse, aunque seguramente habría sido mejor para él
tener el cuidado de otra amante esposa, pero no era hombre que tomara gran cuidado de
sí mismo. El resultado de esto fue que hasta el fin de sus días sufrió de úlceras del
estómago y problemas similares. Semejante debilidad de la carne no le impidió trabajar
intensamente casi hasta su muerte, ocurrida en 27 de mayo de 1564. A los 54 años de
edad, Calvino literalmente se consumía al servicio de Dios.
Para muchos desde su época, Calvino fue el sumo ejemplo de rigor y de falta de alegría.
Creen que ha sido un legalista que deseaba excluir del cristianismo todo lo que fuera
gozo y trataba de convertirlo en una inescapable esclavitud. Pero si uno en realidad
estudia las obras y la vida de tal hombre, no parece ser ese el caso. Se trataba de un ser
muy humano, como él lo revela frecuentemente en sus cartas. Cierto que era intenso en
su servicio a Dios, a quien ofrecía su corazón en forma plena. Usando sus indudables
dotes echó los cimientos del protestantismo para los cuatro siglos siguientes. Su
influencia se extendió mucho más allá de los límites de la iglesia, como lo hizo
trascendiendo las fronteras de Ginebra. Muchas de sus ideas políticas, estéticas,
científicas e históricas se volvieron tan entrelazadas con el pensamiento occidental que
tenemos que reconocer en él a una de las grandes mentes creadoras, uno de los factores
formativos en el desarrollo de la cultura y de la civilización occidentales.
W. Stanford Reid, Ph.D., Profesor de Historia, Universidad de Guelph, Ontario, Canadá.
Diccionario de Historia de la Iglesia, Wilton M. Nelson
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